jueves, 9 de mayo de 2013

Hace 75 años Pablo Picasso dio la primera pincelada sobre el gran lienzo que habría de convertirse en una de las obras más importantes, emblemáticas, polémicas y arrolladoras del siglo XX.


Mi primer ‘cara a cara’ con el ‘Guernica’
Con motivo del 75º aniversario de la primera pincelada de la obra de Picasso, artistas e intelectuales relatan dónde y cuándo lo contemplaron por primera vez



Hace 75 años Pablo Picasso dio la primera pincelada sobre el gran lienzo que habría de convertirse en una de las obras más importantes, emblemáticas, polémicas y arrolladoras del siglo XX. El Guernica no sólo se aprecia por su tamaño (3,50 x 7,80 metros), ni por el hecho de que se convirtiera en el símbolo del republicanismo, ni por sus viajes y leyendas, ni por el terror que el pincel del artista fue capaz de plasmar en solo un mes de trabajo, ni por el color que el cuadro desprende utilizando la ausencia del color. Un proceso de gestación que Baltasar Magro ha novelado en La luz del Guernica (Roca Editorial). Pero la obra de Picasso es una sensación, una experiencia interior que provoca en cada persona que se acerca a contemplarlo y se deja atrapar por la inmensidad del blanco y negro del maestro de las formas del siglo pasado. Como suele ocurrir con las obras irrepetibles, la primera impresión nunca se olvida y así lo cuentan algunos de los intelectuales, escritores, cocineros y artistas más relevantes que relatan cómo, dónde y cuándo fue su primer cara a cara con el Guernica.
“La primera, la segunda, y aunque lo veas mil veces el Guernica produce una impresión muy potente”, reconoce el pintor Antonio López que lo contempló por primera vez en 1981 cuando llegó a Madrid, en el Casón del Buen Retiro, dentro de una vitrina y custodiado por guardias civiles. La misma sensación tuvo la comisaria y exdirectora del Museo Picasso de Málaga, Carmen Giménez, para quien, como hija de republicanos, el cuadro fue su bandera durante su infancia: “Cuando lo vi por primera vez en el MoMA de Nueva York me impresionó muchísimo. Tendría unos 18 años. La composición y el equilibrio lo hacen inmune al paso del tiempo, me sigue dando escalofríos. Queda para siempre”.
Cuando lo trajeron al Casón, uno no se podía acercar. “Como si llevasen algo peligroso, radiactivo”, explica el pintor Luis Gordillo.“Ahora que lo he podido observar sin miedo y sin tapujos puedo decir que es una obra pictórica en grado sumo, con ese argumento ético que es protagonista de la época, que Picasso supo traducir al cien por cien”. La presencia policial es lo que más llamó la atención de la artista Carmen Calvo. Tal vez porque ya lo había contemplado en el museo neoyorquino.
El Guernica es, sin duda, una obra para divagar, para tener sobre él una conversación infinita. Filosofar. En palabras de Fernando Savater“está tan sobrecargado de historia, de leyenda, de metafísica y de arte que se convierte en experiencia. Es la vivencia histórica, una estampa que todos tenemos interiorizada en la cabeza más que en el museo”.
Una experiencia personal que incide de mil maneras distintas en cada individuo. El poeta sirio Adonis asegura: “Cuando me encontré frente a él por primera vez en París sentí horror, un horror bello provocado por la fuente de expresividad que creó Picasso en ese lienzo inmenso”. El cocinero Ferrán Adriá reconoce no haber vivido nunca una experiencia tan emotiva: “Pocas veces me ha pasado con una obra de arte: me trasladó a Guernica. Es de las pocas que cuentan historia y consigue meterte en ella, lo que la hace el doble de potente. Tiene ese mimetismo de realidad y arte genial, un componente emotivo y social bestial, a base de arte y de belleza drástica”.
La primera vez de la escritora brasileña Nélida Piñón fue en Nueva York en el año 1966 y, como para casi todos, fue una experiencia extraordinaria que no ha podido borrar: “Fue un shock. Me pareció una visión mítica y después todo se deshizo en sangre y terror dentro del marco de una creación poderosa que acompaña un golpe de conciencia de humanidad. Sentí miedo y deslumbramiento. Recuerdo que salí asombrada y me compré un hot dog en un puesto de alguna avenida neoyorquina”, relata soltando una carcajada.
El mexicano Carlos Fuentes, uno de los más relevantes escritores en español, recuerda que descubrió la magia del Guernica muy joven y con ella el significado sociopolítico que estaba escrito en cada pincelada que dibujó el artista. “El cuadro fue el gran grito de atención, de alarma de la II Guerra Mundial, que las democracias dejamos pasar como si no sucediera nada. Y tuvieron que pagarlo con un alto precio”, explica Fuentes refiriéndose al bombardeo de la ciudad vasca que inspiró a Picasso mientras cumplía con el encargo de Josep Renau.
Los gritos dibujados han dejado escucharse por la historia, y han encontrado la fórmula de no dejar a nadie indiferente. El productor de cine, Jaime Rosales, se deja seducir por la imperfección de la obra: “Es lo que más me maravilla del cuadro, que es humano y no es exacto. Es potente, muy potente, pero humano. ¡Una conquista extraordinaria!”.
A la fotógrafa y pintora Ouka Leele le despierta la creatividad: “Cuando lo vi en el Casón de Madrid me imaginé a Picasso pintando, y me urgía ir a pintar. El dolor de las madres, la muerte, el auténtico terror... y la luz. Me encanta que sea blanco y negro. Tuve la primera impresión de que Picasso había utilizado el lenguaje del cómic”. El blanco y negro también llamó la atención del fotógrafo Alberto García-Alix: “La ausencia del color... Y el tamaño, no me imaginaba que fuera tan grande”. El director del Museu Picasso de Barcelona, Bernardo Laniado-Romero, recuerda “como si fuese ayer” cuando se topó con el cuadro en el MoMA: “Una sensación de sobrecogimiento total ante aquel testimonio vivo de los horrores de la guerra”.
Hasta aquí los recuerdos. Hoy, el Guernica está en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid. Su director, Manuel Borja-Villel, repasa el cambio social que ha vivido España junto al cuadro. “Del cristal antibalas y los guardias civiles custodiándolo a mostrarse en el contexto que le corresponde, compartiendo espacio con sus contemporáneos Calder, Reanud, Julio González y Miró, es no solo un elemento que tiene que ver con la contextualización histórica y artística de una obra, sino también con el contexto político de un país”. La de una obra que empezó a pintarse hace justamente 75 años.

¿Qué sensaciones te despierta el 'Guernica', de Picasso?
Por: EL PAÍS | 10 de mayo de 2012


Por Rocío Huerta y Ángeles García
Un día como hoy, hace 75 años, Pablo Picasso dio la primera pincelada al cuadro que habría de convertirse en una de las obras de arte más emblemáticas del siglo XX: elGuernica. Por eso los invitamos a rendir homenaje a este cuadro y todo lo que él encierra y representa, tanto para las artes como para la vida misma, contestando a la pregunta del título del post ¿Qué sensaciones te despierta el Guernica de Picasso? Una manera de ir más allá de la mera opinión artística e introducirnos en el plano personal, el de las sensaciones y emociones que nos puede despertar, provocar o evocar una obra de arte de esta naturaleza.
El pie de este homenaje lo hemos dado hoy en la sección de Cultura de EL PAÍS. Un artículo en el que una docena de artistas, escritores e intelectuales evocan el impacto que les produjo la primera vez que vieron la obra. Puedes ver aquí el artículo.
Además, dentro de ese especial, en la edición on-line publicamos una entrevista con el periodista de investigación y escritor Baltasar Magro que hoy presenta la novela La luz del Guernica (Roca Editorial). Un libro en el cual recrea una de las influencias clave de Picasso para pintar el cuadro, así como su proceso de gestación. Se trata de ese primer fogonazo que tuvo el pintor malagueño en 1917 cuando, en Florencia (Italia), contempló por primera vez el cuadro Los desastres de la guerra, de Rubens (imagen al final del post). Veinte años después, esa imagen y sus sensaciones lo acompañarían durante la creación del Guernica.
Ahora, pasamos la voz a ustedes. Los invitamos a que compartan con todos nosotros esas impresiones que les despierta esta obra de Picasso. Aunque muchos no han podido estar frente a ella, seguro que la han visto y apreciado a través de libros, documentales o, incluso, postales enviadas por algún buen amigo o familiar.

Mi primer ‘cara a cara’ con el ‘Guernica’
Con motivo del 75º aniversario de la primera pincelada de la obra de Picasso, artistas e intelectuales relatan dónde y cuándo lo contemplaron por primera vez
Por Rocío Huerta
Hace 75 años Pablo Picasso dio la primera pincelada sobre el gran lienzo que habría de convertirse en una de las obras más importantes, emblemáticas, polémicas y arrolladoras del siglo XX. El Guernica no sólo se aprecia por su tamaño (3,50 x 7,80 metros), ni por el hecho de que se convirtiera en el símbolo del republicanismo, ni por sus viajes y leyendas, ni por el terror que el pincel del artista fue capaz de plasmar en solo un mes de trabajo, ni por el color que el cuadro desprende utilizando la ausencia del color. Un proceso de gestación que Baltasar Magro ha novelado en La luz del Guernica (Roca Editorial). Pero la obra de Picasso es una sensación, una experiencia interior que provoca en cada persona que se acerca a contemplarlo y se deja atrapar por la inmensidad del blanco y negro del maestro de las formas del siglo pasado. Como suele ocurrir con las obras irrepetibles, la primera impresión nunca se olvida y así lo cuentan algunos de los intelectuales, escritores, cocineros y artistas más relevantes que relatan cómo, dónde y cuándo fue su primer cara a cara con el Guernica.

“La primera, la segunda, y aunque lo veas mil veces el Guernica produce una impresión muy potente”, reconoce el pintor Antonio López que lo contempló por primera vez en 1981 cuando llegó a Madrid, en el Casón del Buen Retiro, dentro de una vitrina y custodiado por guardias civiles. La misma sensación tuvo la comisaria y exdirectora del Museo Picasso de Málaga, Carmen Giménez, para quien, como hija de republicanos, el cuadro fue su bandera durante su infancia: “Cuando lo vi por primera vez en el MoMA de Nueva York me impresionó muchísimo. Tendría unos 18 años. La composición y el equilibrio lo hacen inmune al paso del tiempo, me sigue dando escalofríos. Queda para siempre”.
Cuando lo trajeron al Casón, uno no se podía acercar. “Como si llevasen algo peligroso, radiactivo”, explica el pintor Luis Gordillo. “Ahora que lo he podido observar sin miedo y sin tapujos puedo decir que es una obra pictórica en grado sumo, con ese argumento ético que es protagonista de la época, que Picasso supo traducir al cien por cien”. La presencia policial es lo que más llamó la atención de la artista Carmen Calvo. Tal vez porque ya lo había contemplado en el museo neoyorquino.
El Guernica es, sin duda, una obra para divagar, para tener sobre él una conversación infinita. Filosofar. En palabras de Fernando Savater “está tan sobrecargado de historia, de leyenda, de metafísica y de arte que se convierte en experiencia. Es la vivencia histórica, una estampa que todos tenemos interiorizada en la cabeza más que en el museo”.
Una experiencia personal que incide de mil maneras distintas en cada individuo. El poeta sirio Adonis asegura: “Cuando me encontré frente a él por primera vez en París sentí horror, un horror bello provocado por la fuente de expresividad que creó Picasso en ese lienzo inmenso”. El cocinero Ferrán Adriá reconoce no haber vivido nunca una experiencia tan emotiva: “Pocas veces me ha pasado con una obra de arte: me trasladó a Guernica. Es de las pocas que cuentan historia y consigue meterte en ella, lo que la hace el doble de potente. Tiene ese mimetismo de realidad y arte genial, un componente emotivo y social bestial, a base de arte y de belleza drástica”.

La primera vez de la escritora brasileña Nélida Piñón fue en Nueva York en el año 1966 y, como para casi todos, fue una experiencia extraordinaria que no ha podido borrar: “Fue unshock. Me pareció una visión mítica y después todo se deshizo en sangre y terror dentro del marco de una creación poderosa que acompaña un golpe de conciencia de humanidad. Sentí miedo y deslumbramiento. Recuerdo que salí asombrada y me compré un hot dog en un puesto de alguna avenida neoyorquina”, relata soltando una carcajada.
El mexicano Carlos Fuentes, uno de los más relevantes escritores en español, recuerda que descubrió la magia del Guernica muy joven y con ella el significado sociopolítico que estaba escrito en cada pincelada que dibujó el artista. “El cuadro fue el gran grito de atención, de alarma de la II Guerra Mundial, que las democracias dejamos pasar como si no sucediera nada. Y tuvieron que pagarlo con un alto precio”, explica Fuentes refiriéndose al bombardeo de la ciudad vasca que inspiró a Picasso mientras cumplía con el encargo de Josep Renau.
Los gritos dibujados han dejado escucharse por la historia, y han encontrado la fórmula de no dejar a nadie indiferente. El productor de cine, Jaime Rosales, se deja seducir por la imperfección de la obra: “Es lo que más me maravilla del cuadro, que es humano y no es exacto. Es potente, muy potente, pero humano. ¡Una conquista extraordinaria!”.
A la fotógrafa y pintora Ouka Leele le despierta la creatividad: “Cuando lo vi en el Casón de Madrid me imaginé a Picasso pintando, y me urgía ir a pintar. El dolor de las madres, la muerte, el auténtico terror... y la luz. Me encanta que sea blanco y negro. Tuve la primera impresión de que Picasso había utilizado el lenguaje del cómic”. El blanco y negro también llamó la atención del fotógrafo Alberto García-Alix: “La ausencia del color... Y el tamaño, no me imaginaba que fuera tan grande”. El director del Museu Picasso de Barcelona,Bernardo Laniado-Romero, recuerda “como si fuese ayer” cuando se topó con el cuadro en el MoMA: “Una sensación de sobrecogimiento total ante aquel testimonio vivo de los horrores de la guerra”.
Hasta aquí los recuerdos. Hoy, el Guernica está en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid. Su director, Manuel Borja-Villel, repasa el cambio social que ha vivido España junto al cuadro. “Del cristal antibalas y los guardias civiles custodiándolo a mostrarse en el contexto que le corresponde, compartiendo espacio con sus contemporáneos Calder, Reanud, Julio González y Miró, es no solo un elemento que tiene que ver con la contextualización histórica y artística de una obra, sino también con el contexto político de un país”. La de una obra que empezó a pintarse hace justamente 75 años.


'Los desastres de la guerra', de Pedro Pablo Rubens.




El 10 de mayo de 1937, Pablo Picasso daba la primera pincelada sobre lo que se convertiría en la obra más emblemática del siglo XX. El sistemático y terrible bombardeo de la aviación alemana había destrozado y sembrado de cadáveres la ciudad vasca unos días antes, el 27 de abril . El entonces embajador de España en París, Luis Araquistain, había encargado al artista una obra para la exposición universal de París y el artista malagueño, que se encontraba en plena crisis creativa y personal, decidió crear una rotunda obra antibelicista. El impacto de la obra, sus peripecias de supervivencia o las polémicas sobre su destino definitivo, son bien conocidas. Menos sabidos son los motivos qe inspiraron esas figuras que gritan retorcidas por el dolor. Las teorías han sido muchas. La última señala “Los desastres de la guerra”, una de las grandes obras maestras de Rubens como punto de partida para la creación del mural. Baltasar Magro (Toledo, 1949) ha novelado esta teoría en La luz del Guernica (Roca Editorial), en 280 páginas en las que recrea esos veinte días en los que Picasso trabajó día y noche hasta rematar la mítica obra. Dora Maar, Alberto Sánchez, Juan Larrea, Josep Lluis Sert, Max Aub, José Bergamín o Paul Elouard ocupan papeles estelares en un libro que intenta iluminar una de las etapas menos conocidas de Picasso.
Baltasar Magro fue durante más de 30 años uno de esos escasos periodistas que junto a Soledad Alameda impactaba a los espectadores de la televisión pública con reportajes de investigación ahora inimaginables. La meticulosidad y el rigor de su amplia etapa de reportero (tres fuentes como mínimo) le ha servido para elaborar una teoría que se devora con la misma pasión que requieren las grandes novelas. Durante más de tres años ha recorrido los escenarios en los que se movió Picasso, ha releído todo lo publicado y ha localizado escritos que, cuando menos, eran poco conocidos. Ha realizado decenas de entrevistas y, sobre todo, ha disfrutado como un loco adentrándose en los controvertidos sentimientos del pintor.

El periodista y escritor Baltasar Magro.
¿Qué certezas nos descubre la novela?. La primera es el viaje a Florencia que Picasso realiza veinte años antes de pintar el Guernica, asegura Baltasar Magro. "Había referencias, pero se hablaba siempre de Roma. A la capital italiana viajó con Jean Cocteau para preparar su primer gran proyecto escénico: la escenografía y vestuario de Parade, encargo de Sege Diaghilev para sus ballets rusos, en los que actuaba 0lga Khokhlova”. Se estrena en el mundo de la escena y está intentando superar un momento personal duro. En una carta que envía entonces a su amiga Gertrude Stein, reproducida en el libro, habla de la necesidad de volcarse en algo diferente, de alejarse de París, de la guerra y de la vida mortecina que le rodeaba con muchos de sus amigos muertos o heridos.
Antes de volver a París, decide visitar Florencia para intentar encontrarse a solas con Olga y para recorrer los santuarios de arte antiguo de la ciudad toscana. Hasta entonces, el único maestro clásico por el que había demostrado fervor era por Leonardo. Lo demás no le interesaba. Más que por desprecio, argumenta Baltasar Magro, por rechazo a las enseñanzas de su padre, ortodoxo profesor de dibujo.
En Florencia permanece tres días. El último, casi por casualidad, visitó el palacio Pitti. Dentro, en la galería Palatina, descubrió una de las obras más imponentes de Rubens: Los desastres de la guerra, un lienzo de 206 x 345 cm, pintado por el maestro flamenco hacia 1637, una alegoría sobre los horrores de la guerra y sobre el dolor y la destrucción que provoca el odio y la naturaleza animal de los seres humanos. La Guerra de los Treinta años, la imposible reconciliación de Europa, el sufrimiento de los inocentes, son los temas tan bella como crudamente representados en el lienzo. Y hay muchos elementos de la obra de Rubens que, ciertamente se recrean en el Guernica: los monstruos que representan la peste y el hambre, la mujer que yace muerta en el suelo y personifica la Armonía, la madre doliente con un niño en brazos….
Hay muchos elementos de la obra de Rubens que, ciertamente se recrean en el Guernica: los monstruos que representan la peste y el hambre, la mujer que yace muerta en el suelo y personifica la Armonía, la madre doliente con un niño en brazos….
Magro cree que no hay más que observar ambas obras para comprobar cómo "el devorador de imágenes que fue Picasso, hizo suya la obra de Rubens. También le inspiraron Caravaggio, Giotto, Vasaccio, Velázquez, el Greco...Coleccionista de casi todo lo que veía, uno de sus caprichos eran las postales y sabemos que adquirió tres de la obra de Rubens".
La aproximación al Picasso hombre sirve al autor para hablar de la peculiar relación con las mujeres que tuvo el artista español. "Quería poseerlas y someterlas". ¿Se enamoró alguna vez de alguna? "Me aventuro a decir que solo de una: Eva Gouel, a la que Juan Gris definía como 'una persona que no parecía de este mundo' y con la que estuvo poco tiempo porque el cáncer la mató muy joven. Él la cuidó y sufrió por su muerte. Tal vez esa debilidad de ella fue la que le conmovió más que en otros casos. Lo suyo fueron pasiones y relaciones tortuosas siempre".
La primera vez que Baltasar Magro vio El Guernica fue en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. "No tengo un argumento para explican por qué me conmovió de la manera tan fuerte que lo hizo. Es un alarido que te golpea". Pero no fue en ese momento cuando le nació la idea de escribir el libro. "No sé cuando fue. Siempre barajo varias ideas y ahí estaba esta".
¿Sería Picasso consciente de que sus obras seguirían mandando en el mercado tantos años después de su muerte?. "No le sorprendería", aventura Magro. "Conoció el éxito muy joven. A los doce años pintaba como un clásico. Lo hizo todo. En vida los coleccionistas esperaban la venta de sus obras casi angustiados. No, no le extrañaría".
Y, ¿qué opinaría de la disputa entre el Prado y el Reina Sofía para exponer la obra?. "El querría que el mural estuviera en el Prado".
Tengo una historia muy personal con este cuadro ya que se puede decir que es una pequeña parte mi vida. Además mis primeros recuerdos con él van unidos a los primeros recuerdos que tengo de mi difunto abuelo, porque en el salón de su casa hubo una copia del Gernika desde que tengo uso de razon. Claro yo al ser tan pequeño no podia sospechar que aquellas horrorizadas caras fueran de personas o animales porque no tenian tal forma(concreta), pero si recuerdo un fuerte impacto desde la primera visión porque verlo era como escuchar gritos de pánico en aquellas caras que no sabia a cienta cierta que eran(posiblemente me daría algo de miedo las primeras veces y luego con el tiempo me acostumbre).
Se da la circunstancia además de que mi abuelo vivio aquel horror en directo, siendo uno de los supervivientes de aquel horrible bombardeo. Cuando yo era pequeño me conto muchisimas veces con todo tipo de detalles el infierno que vio y vivio allí, y su testimonio decía más o menos asi: Aquel día había ido con una mula y dos marmitas a un caserío que había en el monte a por leche para la tropa del ejercito Republicano a la que él pertenecía. Estando en el monte vió venir un avión que dio media vuelta y al poco tiempo vinieron muchisimos mas aviones comenzando con el sanguinario bombardeo, horrorizado puso la mula encima de las dos marmitas para que no se reflejarían y evitar asi que le localizarán y paso las 3 horas que duro el incesante bombardeo con un sufimiento y un sinvivir horrible. Me horrorizaba mucho de pequeño cuando me contaba que casi deseaba que le cayera una bomba de lleno y le haría desaparecer para terminar asi con aquel sinvivir, además de que tenia un miedo terrible a quedarse invalido o paralítico por el impacto de alguna explosión. Como podeís ver aquello era el infierno personificado y algo que dejaría un trauma imposible de superar a cualquiera que lo viviera(si es que conseguia sobrevivir claro...)
Por todas estas circunstacias El Gernika formara siempre parte de mi vida, y remitiendome a una frase que me decia siempre mi abuelo:Por favor que jamas vuelva a ocurrir ese horror en ninguna parte y nadie tenga que sufrir nada semejante...
Ya hablando de lo que me inspira el cuadro, al igual que la mayoría opino que nos enseña a odiar la violencia y el horror porque como demuestra Picasso solo sirve para sembar terror y la muerte de millones de inocentes. Es terrible que haya seres humanos(inhumanos mejor dicho) en el mundo que ademas de tolerar apoyen cualquier tipo de barbarie :(...

Publicado por: IkerFX | 11/05/2012 4:30:42
http://elpais.com/cultura/2012/05/09/videos/1336584992_650349.html

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