lunes, 6 de febrero de 2012

Saber vivir la muerte


" Nací llorando y moriré sonriendo", nos dice "Sri Nisargadatta"
Recuerdo perfectamente la muerte de mi abuelo, dormíamos juntos en la misma cama,  yo tendría unos 11 años.  Mi abuelo padecía del corazón y tomaba medicamentos . 
Una noche -de madrugada- me desperté al notar que mi abuelo estaba inquieto, encendí la luz y le ví medio incorporado en ella; le miré, me miró y cayó muerto, fulminado ...... tenía 86 años. 
Para mí, esto no fué una experiencia traumática en sí, ni particularmente desapacible (dolorosa sí obviamente) pero nó de miedo, ni de terror...... en cierta manera todo fué ,  sucedió como algo natural,  morir en su casa, en su cama, con su familia, sus seres queridos.........
Debido a esta experiencia crecí sin un "miedo obvio" a la muerte. 
Esta experiencia me hizo modular, mi percepción de ella y pienso actualmente que somos mucho mas que  "simples" cuerpos que al morir desaparecen .

Personalmente me niego a la idea del " vacío " que según las actuales  sociedades modernas, industriales y materialistas se abre al terminar nuestra existencia.
Hoy en día   en nuestras sociedades -al parecer- hemos olvidado como pasar por la experiencia de la muerte. Dá la sensación de que nadie "sabe vivir la muerte" y de que evitamos todo conocimiento, todo tipo de contacto con ella.

Vivimos sumergidos en creencias puramente materialistas de la vida, con miedos a la desaparición del cuerpo físico y con ello a la perdida de la identidad propia, encarnada en el EGO.
Frente a este temática tan común en nuestros días pero a la vez tan difícil de abordar, prefiero iniciarla con una reflexión de Fernando Bárcena: 
«Hemos encerrado el dolor en datos, en hechos, en estadísticas, en cifras, en gráficos, en cuadros y en programas informatizados. 
Miramos el dolor como dato, pero no como experiencia. 
Y por eso cuanto más informados estamos del dolor y de la miseria del mundo, del surgimiento de millones de seres humanos cuyos rostros de sufrimiento vemos escondidos detrás de las pantallas de nuestros televisores, más nos alejamos de la experiencia del sufrimiento de estos seres humanos».
Para aprender a "vivir la muerte",  hay que mantener un estado de “atención sostenida” a nuestra verdadera naturaleza e identidad espiritual. 
Tenemos y debemos de abrir la mente a las verdades "intuitivas" en lo más profundo de nosotros mismos; tenemos que adoptar una actitud de sana interrogación y de plena aceptación.
Leonardo Da Vinci dijo que :
“Mientras pensaba que estaba aprendiendo a vivir, he aprendido como morir”.
Hay que  aprender a tener  y desarrollar -la capacidad de aceptar vivir sin miedo - a la pérdida que nos ocurre en el día a día., pues el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.
El YO psíquico o inmaterial nace donde le conviene a su desarrollo espiritual;  eligiendo a los padres, medio social y cultural y a las oportunidades y experiencias claves de vida por las que transitará,  y que con ella -la muerte - conseguimos la  liberación de la identidad esencial, que retorna al océano de conciencia de donde partió ( ¿¿El mito del eterno retorno ??).
Como el agua, pasamos por la vida transformándonos, pasando por diferentes estados
nube, lluvia, afluente, río, cascada, mar, océano,……… fluyendo continuamente, interminablemente, pues en realidad provenimos de ella y siempre fuimos y seremos AGUA.
Hay que DEJAR LLEGAR LO QUE VIENE Y DEJAR IR LO QUE VÁ, hay que fluir  con la vida , practicar el difícil arte de la aceptación.
La conciencia de la aproximación de la propia muerte constituye  tal vez, una de las experiencias más enigmáticas y conmovedoras del ser humano. 
La enfermedad terminal pone con frecuencia a las atribuladas personas, sin discriminación de edad ni sexo, ante la soledad de un aprendizaje insustituible e inevitable. 
Ya sea por vejez o enfermedad, esas personas tienen derecho a una contención solidaria y humana. 
En muchas de estas circunstancias el Arte Terapia puede ser el continente que ayude a limitar el sufrimiento mental. 
En opinión del arteterapeuta Greg Furth (1992:24): 
«Cuando se trata de preparar a una persona para enfrentarse a su propia muerte o a la de un ser querido [...] los dibujos inconscientes pueden ser valiosos, sobre todo porque les permiten a los
moribundos o a sus seres queridos enfrentarse a la irrevocabilidad de la muerte con honor, por decirlo así, y no solos y aislados como los vemos tan a menudo en los hospitales o los pabellones para enfermos incurables».

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