jueves, 15 de noviembre de 2012

De Arte , ciencia y creatividad . parte 1


(imagen Julio Castellano)

Desde que el empirismo primero y el positivismo más tarde establecieran las bases del denominado método científico, se desarrolló una relación de carácter unívoca entre investigación científica e investigación.

La corriente dualista que ha marcado durante casi trescientos años al pensamiento occidental y que ha significado, por ejemplo, aceptar como necesaria la separación entre el sujeto que observa e investiga y el objeto observado y sobre el que se investiga,  considera que tanto el proceso como los resultados de la investigación convienen que sean matematizados, es decir, reducidos a términos numéricos, en aras de una mayor objetividad y fiabilidad y que las condiciones para que se lleve a cabo esta investigación han de ser, sobre todo, las que tienen lugar en el laboratorio.
Es así como se llega a considerar que todo aquello que no se adecua a las
reglas metodológicas del nuevo ideal de la ciencia — como es el caso del arte — debe ser pensado en oposición a ésta. 
Y, de este modo, valores como la perfección, la armonía, la finalidad o la individualidad quedan lejos de los intereses propiamente dichos de la investigación científica y se verán históricamente relegadas al ámbito de lo subjetivo. Llegando a considerar que son sólo los científicos vinculados a las Ciencias Experimentales quienes realizan investigación (de verdad).
En cualquier caso, la hegemonía de la racionalidad presente en la investigación en las Ciencias Experimentales se proyectó en los otros ámbitos del conocimiento humano. Así, y por extensión, a comienzos del siglo XX, se comenzó a hablar de Ciencias de la Educación, Ciencias Humanas, Ciencias del Lenguaje,  Ciencias Sociales, tratando de establecer un proceso de legitimación mediante la incorporación de la noción de Ciencia >y de lo que se consideraba su método de investigación< a cualquier otro campo disciplinar. 

De esta manera, un ámbito del conocimiento humano es legitimado cuando se vincula con el sustantivo ciencia, y la ciencia tiene su razón de ser en cuanto lleva a cabo investigación siguiendo las condiciones establecidas por el método científico. 

El conocimiento y la creación humana (según Bruner) se divide en dos modalidades. La ‘paradigmática’ que busca la experiencia basándose en la prueba lógica, el análisis razonado y “la observación empírica”. 
Y la ‘narrativa’ que está más centrada en el ser humano, en sus intenciones, experiencias, deseos y necesidades. 
Esto ha llevado a otros autores como Eisner (1998) y Barone (2001) a plantear que la investigación científica es sólo un tipo de investigación, pero que no es la única forma de investigación posible. 
Sobre todo si se trata de investigar fenómenos relacionados con comportamientos humanos, relaciones sociales o representaciones simbólicas. Y esto me lleva a plantear en el que como se puede convalidar la integración del Arte en el sistema  y realizarse la indagación e investigaciones pertinentes en cuestiones educativas.
Para abrir estas nuevas vías es necesario replantear la creencia que establece que el conocimiento sólo se produce desde el raciocinio que de forma inductiva o deductiva se relaciona con una base empírica.
Planteamos, que el conocimiento puede derivar también de la experiencia. Y una forma genuina de experiencia es la artística. 
Esto es >>un método de indagación que utilice elementos de la experiencia de las artes creativas, incluyendo el hacer arte por parte del investigador, como maneras de comprender el significado de lo que nosotros hacemos dentro de nuestra práctica y de la enseñanza<<.

El arte es una experiencia, que de manera simultánea atrae nuestros sentidos, emociones e intelecto.
La razón por la cual necesitamos y creamos arte tiene que ver con su capacidad de hacernos sentir vivos y de descubrir lo que no sabíamos que sabemos, o lo que vemos que no nos habíamos dado cuenta antes, incluso cuando está presente frente a nosotros. 
Debido a que lo visual y lo artístico obtiene una respuesta tanto multisensorial y emocional como intelectual, puede ser más memorable que muchos textos escritos y por tanto tener una mayor influencia.
Las formas artísticas de representación nos plantean un desafío refrescante y necesario frente a las formas predominantes de discurso científico y académico. 
En la medida en que la finalidad de la academia es provocar discusión y hacer pensar, además de comunicar la investigación a una audiencia más amplia (incluso dentro de la academia) la utilización de las artes visuales abre nuevas posibilidades al debate y al hacer pensar.

Por una parte, se debería demandar la claridad, el orden, la forma, el significado y la lógica que se espera encontrar en una investigación, pero también la pasión, el erotismo y la vitalidad que son características de las artes y esto supone estar abierto no sólo a la cognición científica sino también a la imaginación artística.

En educación las artes son disciplinas tradicionales; desde la antigüedad han ocupado un espacio relevante en lo que se considera que debe formar parte de la educación del hombre.
Sin embargo, durante mucho tiempo el Arte, a través de la Educación Artística ha ocupado un lugar periférico en los diseños curriculares en relación con otras áreas consideradas centrales. >>Estas valorizaciones educativas se deben, en parte, a que a partir de la Modernidad la visión del Hombre y del Arte que presentó la sociedad occidental estuvo fuertemente impregnada por el pensamiento positivista, como explicamos al principio y la filosofía positivista asumió ante el conocimiento una actitud cientificista<<.
En diversos momentos se la ha tomado como un espacio dedicado al ocio, al entretenimiento; a la libre expresión de emociones y sensaciones... o a diversos intentos que le adjudicaban funciones de naturaleza terapéutica y de apoyo a otras asignaturas "relevantes".

Se cuenta que Einstein, cuando empezó a asistir a las clases en la Universidad, dijo que le «horrorizaban», que la sistemática de tomar notas y más notas y no pensar, limitándose a copiar lo que el profesor escribía sobre la pizarra carecía de todo sentido. Motivo por el que cambió las horas de clase por estudiar directamente las obras de los grandes científicos como Kirchoff, Newton o Max-well.  Einstein pudo descubrir y romper los prejuicios de los físicos a principios de siglo, porque tenía una mente fresca y sobre todo porque tenía también tiempo para pensar. De hecho él decía que no entendía cómo el sistema normal de enseñanza no había acabado con la creatividad por completo, pues para poder crear hacía falta una libertad de pensamiento difícil de conseguir con tan apretados planes de estudio. 
Es curioso, pero nos encontramos con una paradoja, pues Einstein, el científico más admirado dentro del mundo de la física, no gustaba de los métodos de enseñanza ortodoxos. Decía que había dos tipos de científicos: el científico mecánico de laboratorio que desarrollaba las ideas concebidas por otros, y el científico o artista empírico-lógico que era capaz de imaginar las Leyes de la Naturaleza.
El psicólogo Desmond Morris realizó estudios con niños pequeños y descubrió que la capacidad creativa es innata en el ser humano y que a un niño pequeño se le da una hoja de papel y lápices de colores y naturalmente desarrollará su capacidad creativa. Pero que si por el contrario estos mismos niños son sometidos a un sistema de recompensa >por lo que realizan< dejan de crear porque ya todos los dibujos que realizan tienen el fin de agradar. 
Si queremos ir un poco más allá hay que decir que existe un problema que afecta a la Ciencia en sí misma y también a todas las áreas del conocimiento humano: se trata de la especialización y >en consecuencia< la fragmentación en la vida en general y en la Ciencia en particular. 
El problema viene cuando después de la fragmentación se olvida la búsqueda de nuevas síntesis unificadoras con el resto del conocimiento humano. A medida que la Ciencia avanza, los científicos quedan cada vez más en sectores de la realidad más pequeños que los incapacitan para entender los otros sectores de la realidad.
Quizás haya que comenzar a plantearse que el camino de la Ciencia o de la auténtica Creatividad, en la actualidad residiría en conseguir enlazar todos estos distintos aspectos del ser y del conocimiento humanos dándoles un sentido de conjunto. Sólo un humanismo unificador puede responder en profundidad al problema de la Creatividad.

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